jueves, 9 de octubre de 2008

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Te busco
como si acaso algún día fueras a volver.

No puedo evitarlo. Voy por las calles y miro a todos lados y nunca, nunca hay rastro. Entonces despierto nuevamente para entender que ya no estás.

Los sábados ya no quiero salir de la cama y los domingos no quiero ir a dormir: me faltas. Me faltan tus ojos redondos encerrando mi presencia en tus pupilas, tus pequeños dientecitos de huevo cocido y tus peluches de nieve.

Jamás nadie podrá entender lo que sentí ese día, lo que siento hasta hoy. Lo que me cuesta recordar las cosas lindas y evitar los recuerdos de ese día fatal, lleno de malas decisiones.

Tú no sabes, no te imaginas, todo lo que yo daría por volverte a tener, aquí, conmigo. A veces sueño despierta, imagino que regreso a casa y aún te puedo encontrar en el balcón, con tus orejitas alertas siempre esperando mi regreso. Pequeño, si realmente supieras cómo me quiebro desde que no estás más. Los días son exageradamente grises y lentos, como una extraña película a blanco y negro sin final feliz, porque tú eras mi final feliz y ahora sólo eres un final, al menos hasta que me reúna contigo.

Perdóname, yo estaba aquí para protegerte y desde que fallé simplemente siento que no estoy. Perdóname por no haber cumplido, por no haber estado, por no haber hecho caso a mi intuición. Hoy quizás las cosas serían distintas para nosotros, pero fallé. Perdón.

Espérame por favor.

1 comentario:

Ella dijo...

fallar es parte de la vida.

no intentar, es a veces necesario para aprender.