sábado, 8 de marzo de 2008

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Le robabas minutos a las fiestas familiares para llamar a mi celular, me contabas de tus tios ebrios, de cuánto decían que habías crecido y también del reencuentro con aquella prima con la que alguna vez hubo algo. Te robabas rosas en los bolsillos para dármelas 3 días después y yo sólo atinaba ponerlas a secar, una tras otra, las envolvía en papel periódico y las colgaba al lado del espejo de mi cuarto, boca abajo para que no pierdan su forma ni sus pétalos. Poco a poco fui colgando de la misma forma nuestras sonrisas, nuestros juegos, nuestras caminatas por los parques y así uno tras otro, fui colgando cada momento contigo, para guardarlo conmigo, pero totalmente seco.